Leyes de Murphy aplicadas a la mudanza

Ley de Nro 1 de Parker sobre las mudanzas:
«Las chances de que tus viejos caigan el día de la mudanza a ‘darte una mano’ son diréctamente proporcionales al esfuerzo que pongas en evitarlo…»

Corolario Nro 1: Ese día, automáticamente se transformarán en clones de los Tres Chiflados…

Corolario Nro. 2: Clones con una opinión para todo: desde la distribución de los vegetales en la heladera hasta la orientación vertical del cepillo de dientes…

Corolario Nro. 3: Opinión que defenderan con uñas y dientes, justo después de que hayas tenido que cargar la heladera y el sillón por la escalera, mientras estés haciendo malabares con las 22 cajas con libros o en el momento que hayas terminado de acarrear todo y quieras, ilusamente, tirarte a descansar 5 minutos…

Corolario Nro. 4: Mirando a la ventana, te darás cuenta que de no haber levantado el refrigerador con la espalda, quizás tendrías fuerzas suficientes para abrirla y tirarte…

Ley LaBattaglia sobre la capacidad de bochorno:
«La belleza de la persona que te atiende en la inmobiliaria es directamente proporcional a la cantidad de problemas que tendrás en el departamento y a las chances de que tus viejos quieran prender fuego a la inmobiliaria por ellos.»

Corolario Nro. 1: Cuando todo falle, no importa si tenés 30, 40 o 60 pirulos, tu vieja dirá ante la agraciada muchacha frases tan exaltadoras como «Mi nene necesita el gas porque tiene que bañarse. Lo sabe porque yo se lo dejé anotado en la heladera…»

Frase mental hacia el Corolario Nro. 1: «Ahí va otra muchacha a más a la que no le voy a poder tocar un pelo nunca en la vida…»

Corolario Nro 2: La inmobiliaria está en planta baja. Saltar por la ventana es inútil.

Ley Universal de la dinámica para el dintel de la puerta:
«Todo gira, pero nada pasa.»

Corolario Nro 1: Algo solo pasará una vez que hayas desarmado las ventanas y colgado la soga para bajarlo…

Corolario Nro 2: Las posibilidades de que algo que no entra en el ascensor pase perfectamente por las escalera aumentan según su peso, tamaño y la cantidad de pisos a subir.

Ley sobre el personal de mantenimiento
«Viernes a las 8 significa Martes por la tarde.»

Corolario Nro 1: Martes por la tarde significa miércoles al mediodía, llegado al caso de que tienen todas las medidas de tornillo excepto el que a vos te falta para que te puedan dar la habilitación del gas.

Corolario Nro 2: Tienen que ser sus tornillos. Los tuyos, aunque sean exactos, nunca estarán «homologados».

Corolario Nro 3: Para el miércoles al mediodía (con suerte) te mencionarán que ahora tenés que realizar el trámite de alta que podrías haber empezado, en paralelo, días atrás… por ejemplo, el viernes, a las 8…

Corolario Nro 4: Para meter la cabeza en el horno, primero hace falta tener gas…

Atesorando

Por cada sonrisa ganada sobre la cara triste de una muchacha…

Por cada sensación de haber hecho lo correcto frente a una decisión difícil…

Por cada hora robada al sueño en pos de hacer algo que disfruto…

Por cada oportunidad de dar por dar, sin esperar nada a cambio…

Por cada momento en que dí rienda suelta a la creatividad, de la forma que fuera…

Por cada música perfecta que dió color a un recuerdo y lo ancló en mi memoria…

Por cada risa bien reída, suelta, librada hasta que hizo doler el estómago…

Por cada gesto que salió según lo planeado, aún con toda probabilidad en su contra…

Por cada desafío enfrentado, aun si hoy «muerde y vocifera vengadora»…

Por cada mano u hombro que se pudo extender hacia el verdadero amigo…

Por cada código nunca dicho y siempre, pero siempre, respetado…

Por cada movimiento del destino anticipado, ni que sea para dar interés a la trama…

Por cada gota de magia exprimida a este mundo no tan gris como creemos…

Por cada huella de un romance bien sentido. Aún de aquellos que no fueron…

Por cada posibilidad hacer un esfuerzo en pos de alguien que lo valga…

Porque cada una de estas cosas me dan vida cada día.

Porque estos son mis tesoros, las gemas que adornan mi armadura, arraigadas en las profundas raíces del alma. La fuente en la que reposan las aguas que hacen renacer al fenix. Los motivos por los que quiebro lanzas.

Por todo aquello que verdaderamente importa…

De saltos, vacíos y acantilados

Recientemente fui testigo de una situación común, de la que, para mi sorpresa, parece que hace tiempo ya me había olvidado.

Nuevas amistades que se han cruzado por el camino y veo en ellas un problema común: el del vacío interior. Aquella extraña sensación de habernos vuelto seres incompletos, del vaso medio vacío. De buscar para dentro y encontrar ese abismo al que, por algún motivo u otro, somos incapaces de devolverle la mirada.

Sí, es cierto: todos tenemos problemas. Más grandes, más pequeños, más superficiales o fundamentales. Nadie es buen juez de los problemas ajenos y, mucho menos, de los propios. Algunos se nos presentan como puentes a cruzar, cuerdas flojas, senderos pedregosos. Pruebas a superar, que por no menospreciar, resbalón de por medio, nos pueden arrojar al fondo del acantilado. Otros, en cambio, se disfrazan de grilletes. Cerrojos. Lugares donde hemos sido apresados, de los cuales no nos es posible salir y con los cuales tenemos que aprender a vivir arrastrándolos con nosotros a cada paso.

Por gracia de la fortuna, alguna vez uno de esos sabios del camino de la vida me hizo caer en cuenta más por sus acciones que por algo que me pueda haber dicho que, la gran mayoría de las veces, esos disfraces no son más que una mentira creada por nuestra angustia para impedirnos dar el salto. Algo de lo que nos queremos convencer para no arriesgar. Para no solucionar el problema y congelarnos en ese casi confortable estado de nihilismo, preferible al parecer ante la posibilidad de quebrarnos una pierna.

Porque claro, creemos firmemente que la caída es peor que la incesante carga de esa angustia. Incluso llegamos a veces a enfocar nuestro deseo, nuestro vacío, en cosas, en personas o en costumbres a las que podamos traspasar esa carga.

El tiempo y el pasar por algunas insignificancias (apenas comparables con la segunda guerra), me dieron un punto de vista diferente. Estoy convencido de que no hay vacío más que el que nos creamos y no hay abismo que no tenga nuestro rostro. Las casualidades y la vida pueden ser (o parecer) terribles por momentos, sí, pero es nuestra la capacidad para dejarnos quebrar o ponernos de pie.

Todo lo necesario para ser feliz suele estar a nuestro alcance. Es probable que carezcamos de la habilidad para darnos cuenta, pero hay que ver lo mucho que avanzamos al tan solo ponernos en marcha. Pedir ayuda, estirar la mano, correr riesgos, esquivar al guionista, hacer el esfuerzo que requiera. Encontrar el foco. Buscar el horizonte.

¿Realmente es tan terrible arriesgarnos? ¿Tan oscuro es ese abismo como para no invitarnos al desafío de enfrentarlo?

En mi humilde opinión, vale la pena…

…porque aún no conozco a ningún sano idiota que haya corrido el riegos e, incluso al perder, no haya  terminado con una sonrisa en la cara…

Pequeñas satisfacciones

La ropa recién traída de la lavandería. Entrar al depto los miércoles y encontrarlo de punta en blanco. El recuerdo aquel día en que te deshiciste de la cucheta y te despatarraste por primera vez sobre tu cama de dos plazas. Un buen baño de inmersión… o una prolongada ducha, bien caliente. Encontrar ese tema justo para salir a caminar. Alguna pavada que te haga reír sanamente. O incluso, el tiempo para leer un buen libro con la lluvia golpeando en tu ventana…

Resurgiendo y sumergiéndome una vez más la divertida vorágine de oportunidades en la que he sabido convertir mi vida (con confesa aceptación y poniéndole el «si» a todo, incluso antes escuchar la propuesta), es gracioso darse cuenta de la cantidad de pequeñas cosas, casi insignificantes, que saben harcernos tanto bien, sin importar nuestro estado de ánimo.

Las satisfacciones personales, las sensaciones de estar en el camino correcto, son los «aprobados» que la vida nos va dando. Nadie puede estar bien con el mundo si primero no está bien consigo mismo. Y una vez que recuperado el centro, la sintonía con todo lo demás es algo que surge sin esfuerzos.

Hoy me río un poco de esos buscadores de frías máquinas que los lleven a tiempos pasados. Dicho del gran simulador, de aquel que busca anticipar cada cambio en el guión, por mucho que tratemos, nadie sabe donde vamos a estar parados mañana. Menos aún pasado.

Solo que si nos proponemos mirar hacia adelante, les aseguro ningún problema es tan grande como para no tener solución. Y si por alguna chance nos topamos con aquello que no lo tiene, fijense bien: se van a dar cuenta que nunca fue un problema en primer lugar.

Que mejor que darnos rienda suelta y crear recuerdos nuevos a cada paso, preparando la mueca socarrona para todo lo que vendrá. Conquistemos nuestro hoy y hagámosle lugar al carpe diem

(… porque esto que está pasando ahora es tu vida, y, creeme: no va a esperar a que te pongas de pie…)