Ad astra per aspera

(… a las estrellas por el camino más difícil)

¿Quién nos vino a enseñar que lo más fácil es lo mejor?

¿Quién escribió en algún manual de tácticas modernas que arriesgar estaba mal y que la única forma de sobrevivir era minimizar daños?

Si escucháramos a los que constantemente nos dicen «no subas tan alto», ninguna cumbre hubiera sido conquistada. Y si nos caemos… ¿qué? Si con cada caída aprendemos, ¿por qué hace tanto que no nos damos un buen porrazo? ¿A qué le tenemos tanto miedo? Cada pérdida tiene sentido ni que sea por hacernos saber que sentimos algo. Que nos duele porque aspiramos a algo que creímos posible. Ese dolor, terrible o pequeño, es parte de las cosas que nos despiertan de los letargos cotidianos. Sin buscarlo, respetándolo, pero sin miedo: el dolor es una de las tantas cosas que te pueden hacer reaccionar…

Permitámosnos un «all in» de vez en cuando. Apostar al camino más difícil, trepar a la cumbre más alta. Darle el valor que cada cosa tiene. Disfrutar el momento al máximo, hasta las últimas consecuencias, sin guardarte nada, sabiendo que lo que sigue no va a ser fácil y que merece ser así de dificultoso o doloroso. Animarse a sentirlo todo…

…porque no hay más clara señal de que estás vivo.

“You know what happens when you dream of falling? Sometimes you wake up. Sometimes the fall kills you. And sometimes, when you fall, you fly.” – Todd Faber